martes, 25 de agosto de 2009

*Las cosas pasan cuando una no las espera.. (Capitulo 3)

*Las cosas pasan cuando una no las espera..

Tengo que admitir que el sueño fue reconfortante, a pesar de mi extraño sueño en el cual volaba a alguna parte sin saber en camino; me sentía yo misma, como si la distracción y todos los efectos anteriores ya no estuvieran.
Pensé en eso, hasta que abrí los ojos. El paisaje era tan relajador…el cielo celeste, el sol matutino con sus rayos sobre mi piel, el cosquilleo del pasto debajo de mi cuerpo mientras me movía aún soñolienta y una gran cascada a mi derecha.
Hasta que me percaté de todo. Me senté en el pasto y miré a mi alrededor, ¿Qué era esa hermosa combinación de cosas? ¿Dónde estaba? ¿Qué hacia el cielo celeste donde tendría que estar el techo de mi cuarto?
- No puede entrar el sol…si yo cerré la persiana –me decía a mi misma.
‘Ésta no es mi cama’ pensé mientras tocaba el pasto con mis manos.
La sensación de que tenia algo en el cuello me abrumó. Llevé mi mano al cuello y allí estaba el camafeo; lo saqué de mi cuello y lo examiné. Para mi sorpresa, el camafeo estaba abierto.
- Ésta abierto –muemuré para mi; en ese momento no sabia que sentía, creía que era confusión, pero era más la sorpresa.
Adentro había una foto de mi abuelo que acaricié en el mismo instante que la vi, y del otro lado
había una inscripción:

El elemento rebelde y voraz:
De muchas emociones son las
Corrientes que por el agua corren;
Como una brisa en el aire,
Una camino en la tierra,
Como una llama en el fuego…
Solo controlando las corrientes,
Controlarás el elemento.

Me quedé tan perdida en esas palabras que hasta ese momento no me había percatado, el camafeo estaba abierto, y eso solo podía ocurrir en determinado lugar según había escrito mi abuelo, solo en un lugar…
- Sunmoon –logré decir al fin, atónita.
Cerré el camafeo, pero me asombré demasiado; aquel viejo, plateado y chiquito camafeo ya no estaba; y en su lugar, había una reluciente y nueva cobertura de Zafiro Azul con al foto y la inscripción dentro; lo colgué de nuevo en mi cuello y me levanté del suelo.
Pensé en que algunas preguntas ya se habían contestado, como las referentes a como ubicar Sunmoon, pero en su reemplazo habían aparecido otras: ¿Cómo llegue acá? Entre otras.
Comencé a caminar hacia la cascada y mirando en el camino, pude divisar una aldea, o por lo menos eso parecía.
Llegué a la cascada, en un principio, ésta me mostró mi reflejo en la laguna en la cual desembocaba, me lavé la cara y me aseguré de que todo estuviera igual; en ese momento recordé la aldea que había visto y decidí ir hasta allí a echar un vistazo.

En el camino pensé (esto era algo rarísimo en época de vacaciones, pero siempre hay excepciones ¿no?) en que debería sentirme aterrada, desconfiada y abrumada por cualquier cosa de aquel lugar, pero me sentía extrañamente a gusto allí, me sentía cómoda y con más intriga que miedo. Para mi sorpresa, la aldea quedaba mas lejos de lo que parecía…
Me colgué a pensar en las palabras escritas en el ahora hermoso relicario…palabras propias de mi abuelo, pero no las comprendía ¿a que se refería con ‘controlarás el elemento’? era obvio que sonaba como si tuviera que controlar algo, el agua, pero parecía realmente insólito e incoherente.
Al cabo de lo que fue un buen rato, llegué a la ‘aldea’, pero me dí cuenta de que no era una aldea, si no que era un… ¿complejo? No sabía realmente como describirlo; era un predio grande con ‘una recepción’ en el frente, atrás había cuatro casitas puestas formando un arco y detrás de estas, había un gran salón de tres pisos con torres asemejadas a la de los castillos. Todo el paisaje era verde y hasta un río corría al costado de las edificaciones.
Deliberé si entrar o no; pero me recordé que de cualquier manera no había otro lugar a donde ir y no sabía como volver a mi habitación.
La puerta estaba abierta, así que entre en la ‘recepcion’. Adentro era acogedora, con las paredes de madera y el suelo de cerámica lisa y hermosa, que iba en degradé de colores, en realidad solo de cuatro colores: anaranjado, gris, marrón y azul.
En la habitación había cuatro personas: tres jóvenes que parecían ser de mi edad y un anciano; todos levantaron la vista y dejaron de hablar cuando notaron mi presencia.

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