miércoles, 19 de agosto de 2009

*Distraciones. (Capitulo 2)

*Distraciones.

Desayunamos en silencio hasta que decidí terminarlo con mis palabras.
- Eh…ma –dije haciéndome la distraída.
- ¿Si? –preguntó curiosa.
- ¿Te acordás del abuelo Tomás?
- Angela, como no me voy a acordar de mi padre…
- Cierto, pero me refería si te acordabas de su personalidad
- Si, era muy extrovertido –su mirada divagó en el techo como si buscara algo- amigable, confiable, amaba el agua seguramente más que a tu abuela, pero hay que admitir que su imaginación era impresionante, inventaba las historias más locas; supongo que hasta en su lecho de muerte lo acompañó su imaginación, recuerdo que sus últimas palabras fueron…¿Sanomona? –parecía dudar- ¿Sanomena? Sun… ¿Sunmana? ¡Sunmoon! –exclamó con un gesto de victoria- eso es, Sunmoon.
- ¿Sunmoon? ¿Y eso qué significa? ¿Qué es? –pregunté como si ese nombre fuera nuevo para mí.
- Si yo supiera –dijo desinteresada y encogiéndose de hombros- ¿Por qué me preguntás sobre el abuelo?
- Es que realmente lo extraño… -no le podía decir sobre la carta y el camafeo, el me lo había pedido, pero de todos modos no le estaba mintiendo- y quería saber si lo recordabas igual que yo, y respectivamente así lo es.
- Ah –no emitió ninguna otra palabra.

Terminé de desayunar y me levanté de la mesa.
El día no fue para nada productivo, no hice más que quedarme en casa, fue solo de noche cuando mirábamos la televisión que decidí salir al patio de mi casa. Los demás me miraron curiosos cuando me levanté del sillón.
- ¿A dónde vas Ang? –preguntó mi padre.
- Voy a tomar un poco de aire afuera.
No pareció darle importancia y siguió con la mirada en el televisor.

Afuera la noche estaba estrellada, cálida pero con una brisa que pasaba fresca. Tomé una silla y me senté mirando al cielo, infinito y oscuro exceptuando por las miles de lamparitas que colgaban centellando de el, las estrellas. Reconocí algunas constelaciones como las Tres Marías, la de Orión, la Osa Mayor y Menor, La Cruz del Sur; aunque mis conocimientos sobre astronomía eran nulos, algo me había quedado de mis estrelladas noches de vacaciones en Rocha con mi padre explicándome.
Pero esa noche no me podía dejar llevar por las estrellas como de costumbre, esa noche me sentía rara. Sentía impotencia y desilusión de mi misma, sentía que no podía desilusionar a mi abuelo. Me sentía insegura y perdida, como una estrella entre millones.
Las preguntas de esa mañana rondaron en mi cabeza hasta que decidí irme a dormir.

Me sentí así durante las dos semanas siguientes, inútilmente seguían en mi cabeza las preguntas a las que no encontraba respuestas algunas.
La impotencia y la rabia me hacían sentir mas inútil que nunca; nada llegaba a llamar mi atención verdaderamente, de vez en cuando revisaba el camafeo esperando algo, una inscripción, una dirección, algo; pero nunca encontraba nada, seguía siendo el pequeño, plateado y cerrado camafeo.
Había palabras que habían quedado grabadas a fuego en mi mente, que eran imposible olvidarlas: Sunmoon, misión, yo. Me había percatado de que antes de dormir ya no se me antojaba escuchar música, sino que prefería leer, como si esto fuera a aclarar algo, pero resultaba ser totalmente al revés, tenia que releer una pagina por lo menos dos veces para entender realmente lo que quería decir, la distracción se estaba convirtiendo en algo molesto.
Comencé a sentir necesidad de agua, fuera como fuera, tomando, metiéndome en una piscina, yendo a la playa y quedándome en el agua todo el rato; pero no le dí importancia ya que supuse que se debía al calor acontecido en Montevideo y a mis últimamente extraños antojos distraídos.

Llegó febrero, el primero, fecha del aniversario de casados de mis padres.
El calor era insoportable y toda mi familia había venido a saludar a mis padres. Nos sentamos alrededor de la mesa para comenzar a hablar mientras se comía algo. Me senté al lado de mi primo, dos años mayor que yo, Teb. No me podía quejar en lo que a él respecta, era el mejor primo que alguien pueda tener: caballeroso, simpático, protector. Había gente que se extrañaba de lo bien que nos llevábamos; íbamos al cine, al Shopping, hacíamos cosas juntos y la verdad era que me encantaba pasar tiempo con él, además éramos cómplices en algunos sentidos; teníamos secretos en común que ninguno nunca revelaría, y eso lo sabíamos los dos.
La sed repentina de aquellas semanas se hizo mas intensa esa noche. Acerqué el bidón de cinco litros de agua, y vaso a vaso, me lo terminé todo. La cara atónita de Teb, en el momento que me tomé el éltimo vaso, fue espectacular.
- ¿Te tomaste cinco litros de agua en menos de dos horas o fue mi imaginación? –preguntó sorprendido.
- Si, me los tomé –dije como si fuera normal, bueno para mí en las últimas semanas lo era.
- ¿Te sentís bien, An?
- Si Teb, quédate tranquilo, es el calor que me produce una tremenda sed –le dije la teoría que había realizado para explicarlo- es más, seguiría tomando, pero supongo que es demasiado –reímos los dos.
- Si, la verdad que si…
- Eh, Teb…
- ¿Si? –me miró curioso.
- ¿Trajiste short de baño?
- ¿Eh? ¿No? –respondió confundido- no esperaba meterme en la piscina a esta hora…
- Si te doy un short de Lucas, ¿te metés conmigo?
Me miró como si no estuviera hablando enserio, como si estuviera loca.
- Supongo…pero no te vas a meter a esta hora, ¿no? ¡Son las doce de la noche An!
- ¿Y? Yo me meto, ¿te metés o no? –dije impaciente aunque sin intención.
- Si dale, dame el short.

Entramos a cambiarnos y fuimos a la piscina, para mi asombro nadie había preguntado nada, supuse que tendrían claro que hacía mucho calor y no nos dirían nada si queríamos refrescarnos sin importar la hora.
Pero yo no quería refrescarme a causa del calor, sino que quería estar en contacto con el agua a como fuera lugar, sentía como la piel reseca, pero al mirarla esta se encontraba normal; la sed se había calmado un poco.
El festejo terminó sin mas preámbulos a las tres de la mañana; a la hora la cual salimos Teb y yo de la piscina, luego de varios juegos y guerras de agua en ella.
Estaba realmente sin energías, cansada a más no poder, aún estaba secándome con la toalla cuando me puse el pijama y me tiré en mi cama, cerrando los ojos en un instante y sintiendo que mi mente se iba sumiendo en algo completamente negro; me había dormido.

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